Diciembre: el mes de los balances, de las pausas, de lo que fue y de lo que vendrá

Por Florencia Mascioli, de la Redacción de Capital 24

Diciembre es esa última partecita del calendario que pareciera hacernos ver cómo el año entero se nos viene encima. Uno de los meses más largos de todos, pero en el que transcurre como si quisiéramos cumplir con todas esas promesas que nos hicimos allá por enero y que ahora se nos juntan con las que pretendemos concretar en 2026. 

Diciembre es un puente entre lo que hicimos y lo que no pudimos hacer. Un balance entre las cosas que elegimos llevar a cabo y las que quedaron a medio camino. Entre las personas que este año nos acompañaron de la mano en nuestras batallas más complejas y a las que abrazamos a moco tendido con nuestros triunfos. Y no por nada se nos cae el velo ahora, en el último mes del año. 

Salen a la luz todas esas guerras internas que tuvimos que enfrentar con nosotros mismos para evolucionar de tal manera que hayamos llegado hasta acá con un gran camino hecho, aún sabiendo que hay cosas que no pudimos lograr. Pero mirando el vaso medio lleno entenderíamos que haber transitado estos doce meses, y mirando todo en retrospectiva, nos trajo tantos aprendizajes. Cuánto tuvimos que hacer para llegar adonde estamos y cuánto nos queda, de acá en más, para concretar todo eso que quedó pendiente.

El 2025 no es más que un número: el 31 damos vuelta la hoja y aparece otro calendario nuevo con doce meses a estrenar al que podemos llenar con otras 365 oportunidades y no solo entendiendo que los “logros” son solo las victorias, sino también que los fracasos y los aprendizajes que han sido parte de un año que termina y de otro que está a punto de comenzar. 

Diciembre suele ser un mes en el que se nos ocurre, de forma inconsciente, poner todas las cartas sobre la mesa. Poner en la balanza lo que sí y lo que no, lo que fue y lo que no pudo ser. Y a todos se nos escapa un lagrimón cuando nuestro propio celular nos llena de los “recuerdos de este año” o cuando alguien, en algún grupo de WhatsApp, nos comparte alguna foto que tal vez ni siquiera habíamos visto sobre algún momento compartido. ¡Qué lindo es recordar, volver a pasar por el corazón, como decía Eduardo Galeano! 

Y ahí quizás nos ponemos a pensar que si bien el 2025 es un número, también es una lista imborrable de memorias que no estarán guardadas en ningún sistema operativo pero sí en nuestro corazón. Hay personas que ya no están y habrá fechas para recordarlas el próximo año. Hay personas que reaparecieron y nos movieron un poco la estantería de toda esa estabilidad que creíamos haber logrado. Están los que eligieron irse y pasaron por nuestro 2025 para dejarnos un legado de aprendizajes; y están quienes prefieren seguir al lado nuestro, sosteniendo, acompañando, de la mano o tal vez, simplemente ahí adelante, guiándonos un poco en este camino de la vida que casi nadie puede hacer solo. 

Diciembre es un momento en el que empiezan a llegar mensajes de esas personas a las que no les pudimos dar el tiempo necesario pero que igual nos siguen teniendo presentes. Se cuela, cada tanto, algún planteo necesario para arreglar alguna que otra cosa que había quedado trunca y eso nos enseña que tal vez, en 2026, algo pueda hacerse mejor. 

Diciembre es ese momento en el que vemos pasar la película de 2025 frente a nuestros ojos: imagen por imagen, escena por escena, con planos cortos, planos generales, primerísimos primeros planos, haciéndole foco a esos micromomentos que nos dieron tanta alegría y que hace que otra vez, se nos piante un lagrimón. 

En diciembre tenemos en la punta de la lengua todas esas palabras que no pudimos o no supimos decir durante el año; todos esos te quiero que nos quedaron pendientes; todos los mates que organizamos por Whatsapp y que quedaron en espera; todos esos cafecitos que nos tomamos con nosotros mismos dándole vueltas una y otra vez a las mismas cosas. 

Diciembre es el tiempo que se ha ido pero es también el tiempo que nos queda. Y ahí está la belleza: en saber mirar que vale la pena hacer ese balance del año que tanto nos cuesta porque hay cosas que pueden haber quedado a medio camino pero que hay otras tantas que esperan ansiosas su largada en el nuevo año que llega, esa hojita en blanco con otras 365 oportunidades para hacer esa juntada matera con ese amigo que todavía nos espera, o con ese hermano que supo aguantar el “hoy no tengo tiempo” y aún así nos sigue teniendo una mano.

Se nos va un año, sí: pero también estamos a poco de abrirle la puerta a un mundo de posibilidades y ahí es donde quizás debamos poner el foco. Animarnos a revisar lo que pudimos  y lo que no, lo que hicimos y lo que nos quedó pendiente. Pero también tomar conciencia de que podemos empezar de nuevo, con más herramientas y nuevos aprendizajes, con otros desafíos y nuevos puntos de partida. 

Diciembre es ese puente entre vivir acelerados e intentar hacer todo lo que no pudimos durante el año, y hacer esa pausa tan necesaria para volver a tomar impulso y dar vuelta la página de un 2025 repleto de logros y de promesas que tal vez nos hicimos allá por enero. Y ahora, justo ahora, nos espera un 2026 con un enero que está a la vuelta de la esquina. Podemos empezar de nuevo. Y qué lindo que suena eso.