Día del maestro: ¿Cómo olvidar a quienes nos enseñaron frente al pizarrón?

Hoy, 11 de septiembre, se celebra una de las fechas más especiales del año. En nuestro paso por la escuela, sin dudas, hay personas que nos marcaron la vida: Capital 24 dialogó con maestras de distintas generaciones que sienten la profesión en el alma.

11 de septiembre de 2024
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Una vida dedicada a la docencia

 

Gladys tiene 62 años, nació en el barrio de Meridiano V, dio clases durante 31 años de su vida, es jubilada y le cuenta a este diario: “Desde chiquita me gustaba ser maestra. Escribía en la puerta del galpón de la casa de mis abuelos y sentaba a mis muñecas en sillas como si fueran alumnas”.

Relata, además, que eligió ser maestra porque le encantaba la profesión: “tuve una maestra en sexto grado tan amorosa con sus alumnos, enseñaba tan dulcemente que me dije ‘yo también quiero ser maestra’” y comenta que a lo largo de su carrera dio clases en las escuelas número 41, 39, 42, 121, 58, 12, 50 y 116 de La Plata. 

Gladys entiende que “la docencia es la base de todo. Es el primer escalón en la vida de un niño, es enseñarle el camino para su futuro, siempre acompañado por su entorno familiar. La vida te cambia totalmente. Si bien lo que estudiás es muy importante y te va formando, cuando te recibís y estás frente a un grado es otra cosa. El cariño que recibís es enorme”.

 

¡¡¡Señooooo!!!

 

“Tenés frente a vos miradas que te dicen todo, que te transmiten tantas cosas. Siempre les dije a los chicos que tenían que estudiar para su futuro...y que en lo que elijan ellos, debían ser los mejores: el mejor panadero, la mejor doctora, la mejor modista, el mejor abogado”, le cuenta Gladys a este diario. Además agrega: “lo más lindo es cuando el niño vuelca lo que le enseñaste expresando lo que siente, creando, imaginando, transmitiendo sus ideas en forma escrita o con un dibujo”.

Por otra parte recuerda que “haber enseñado tantos años fue maravilloso. Siempre traté de agregar a la enseñanza, el afecto, el buen trato, el escuchar, el tratar de comprender. Cuando me recibí pensaba que debía cumplir el objetivo del grado que me tocase: que aprendieran a leer y a escribir. Pero luego comprendí que a esos objetivos había que agregarle sentimientos, palabras de aliento, pero sobre todo aprender a escuchar a quien tenés frente a vos y a transmitirle confianza, cariño”.

Y relata: “agregar todo eso a los contenidos del año escolar. Yo también aprendí con ellos. Y lo mejor del mundo es que hoy en día, cuando me ven me dicen ¡¡¡Señooooo!!! Ese es el mejor regalo que me dio la docencia: que me recuerden con cariño”.

Además remarca con orgullo: “hace unos días pasé por el Instituto en el cual yo estudié (el ISFD 9) y vi tantas chicas, llenas de ilusiones y con tantas ganas de enseñar, que me llevaron a mis días de estudiante”. 

“Lo que les diría es que una cosa es la teoría y otra cosa es estar frente a tus alumnos. Que su eje central sea siempre el niño, ese niño que tiene frente a ella, trabajar teniendo en cuenta sus necesidades, sus problemáticas y por sobre todo agregar a la enseñanza  una buena cuota de afecto, de cariño”, sostiene Gladys. 

 

La escuela de hoy y la de antes

 

Respecto a la educación de estos nuevos tiempos y la de su época, Gladys le cuenta a Capital 24: “Ha ido cambiando, se va adaptando a los cambios sociales. Hoy no se podría enseñar como lo hicieron conmigo en la década de los ‘60 donde el alumno no intervenía en clase, donde no se tenían en cuenta sus problemas ni la relación con sus pares, era un receptor de información y donde jamás preguntaba algo si no entendía lo que se le explicaba porque no se animaba”.

Agrega que “hoy el alumno es partícipe en todo: propone temas para que se traten en clase, se trabaja de otra manera, pensando en y para el niño, respetando sus ideas, sus gustos, pero por sobre todo sus tiempos”.

 

“Un aprendizaje constante”

 

Melina Severi tiene 28 años, es platense y le cuenta a Capital 24: “Realicé mi trayectoria educativa en el colegio José Manuel Estrada y me considero una persona con ganas de afrontar adversidades y de formar las herramientas propias para el mismo objetivo. Elegí ser maestra para poder dejar huellas de amor y sabiduría en los más pequeños de la población, creo que el aprendizaje se da en conjunto con los buenos tratos, el cariño y un buen nexo entre familia- escuela”.

Además, relata que para ella, “la docencia significa un estilo de vida, y no un trabajo a cambio de remuneración salarial. Significa un aprendizaje constante y mutuo tanto de los alumnos como mío. Nos retroalimentamos constantemente. La docencia es un debate, y ¿Qué sería la vida si no cuestionamos nuestro alrededor? Me refiero a crear en las generaciones futuras, el poder del cuestionamiento y no el conformismo. Aprender mediante valores y empatía. Lo demás viene después”.

 

Su vocación

 

Melina le relata a Capital 24 que la docencia “particularmente siento que me cambió la vida el conocer a los niños en profundidad, en sentirme familia de ellos, una gran familia. Soy quizá de las seños que se involucra en sentimiento, en ayuda y empatía. Los alumnos tienen mucho para explorar y sacar afuera, y sin la ayuda de un adulto se ve perjudicada esa tarea”. 

“Es una retroalimentación en donde el aprendizaje es constante, las vidas se entrelazan hasta sin querer, y terminas queriendo, aconsejando y deliberando con y para ellos. Sacando sentimientos de frustración e implantando cariño”, agrega la docente de nuestra ciudad.

Comenta, además, que dio clases durante cuatro años en colegios privados de La Plata: “desde mi experiencia puedo contar que cada individuo es un mundo completo, ni siquiera solo una parte de él. Hoy en día puedo contar que el mundo va cambiando en milésimas de segundos, que cada día es una experiencia nueva, y que gracias a ellas, crecemos y nos modificamos”. 

“He tenido alumnos con capacidades diferentes, una amplia heterogeneidad de personalidades y desde mi perspectiva, SE PUEDE. Se puede con absolutamente todo, formando niños que puedan poner en práctica la empatía y el querer. Querer ayudar, querer contar, poner en palabras lo que sienten o quieren. Enseñar desde una perspectiva quizá muy distinta a la de antes. Hoy en día es lo que viene”, sostiene Melina.

 

Educar hoy: con valores

 

Por último, Melina expresa con convicción que “hoy en día se educa mediante valores, el principal objetivo es formar un ciudadano empático que pueda cuestionar y realizar hipótesis sobre su futuro”. 

“Muy distinto al aprendizaje anterior, donde solo se implantaban conocimientos en la cabeza de los niños, sin dejar espacio a dudas y modificando su estructura. Haberles enseñado a generaciones futuras, implica haber dejado una huella en ellos y un recuerdo agradable, me alcanza y sobra”, explica. 

Seguidamente, asegura: “Soy de las que piensan que los niños, son niños. Y no es solo una palabra en cuestión. Son juegos, es picardía, es amor, es no tener maldad”. 

“Enseñar en 2024 quiere decir acomodarse a las tecnologías, hacerlas amigas nuestras, involucrarlas en el aprendizaje diario. Desde un Tik Tok hasta una película para compartir. Aggiornarse en las nuevas eras, nos hará partícipes de las futuras”, concluye.

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