La historia del maravilloso mural de la Parroquia de San Cayetano, en primera persona

Entrevista exclusiva 

A principios de este 2024, en la fiesta de la Epifanía y como parte de las celebraciones por los 500 años de fundación de la Orden Teatina, el Prepósito Provincial P. Pedro Romero, C.R., bendijo el mural conmemorativo realizado por el artista Juan Marcos Bueno en la esquina de 44 y 30.

Estuvo acompañado del Padre Mariano Salvador, párroco de la Parroquia y Santuario San Cayetano La Plata, y del Diácono Julián Tarabini, y junto a un nutrido grupo de laicos se presentó la imagen de aproximadamente 12x9 metros.

En el mural están representadas las figuras de la Virgen sosteniendo al Niño, a su derecha la de nuestros Fundadores y, a su izquierda, la de los Santos y Beatos teatinos, la de la Venerable Ursula Benincasa y la del siervo de Dios P. Antonio Sagrera. A los lados se reconocen la representación de la Catedral local y la de San Pedro de Roma. 

En el plano inferior se ubican figuras alegóricas de la actualidad de la Orden y de la Casa Teatina de La Plata, en el centro el escudo del Jubileo Teatino, flanqueado de lirios y aves; 

Toda la composición es una invitación a la búsqueda del Reino de Dios como camino a la unidad, a la paz y a la santidad. 

En diálogo exclusivo con Capital 24, el artista Juan Marcos Bueno, creador de esta obra maravillosa, le contó a este diario cómo comenzó esta aventura: “Me presentaron al Padre Mariano y él me planteó realizar un mural que tenía que tener una cantidad de personas que generaba una historia de los quinientos años de los Teatinos. Entonces tuve que leer un poco porque cuando uno hace un mural uno tiene que informarse: tuve que saber la historia de San Cayetano, de cada padre que me mencionó él y de esa manera fui creando en mi mente la historia de lo que iba a hacer”.

Las dificultades

“En principio fue difícil porque yo tenía que anexar todo eso. El mural no es algo alargado sino que es hacia arriba y hay una ochava. Yo tenía que unificar el mural, que quedara uniforme, que a la vista de la gente viera solo una perspectiva en diagonal, es una práctica que llevo muchos años realizando”, recordó.

En cuanto a los comienzos, Bueno relata que el proceso de realización del mural se inició con “varias charlas con el Padre: en cada una se agregaba una persona más. Yo tenía que agregar esa historia que no existe en ningún cuadro, solo existen imágenes. Esto que creamos es único. A la Virgen la cambié de posición y si uno mira, yo la hice mirando hacia abajo y eso tiene un sentido: siente como vergüenza, tiene una timidez que tenía que estar reflejada. Ella no está solo mirando a su hijo”.

Además cuenta que cada personaje tiene reflejado en su cara los gestos. “San Cayetano está extendiendo los brazos para que el niño decida irse con él, le está pidiendo al niño Jesús. Es como la iniciación de San Cayetano. La tuve que poner a mi señora de rodillas para ver la posición que yo necesitaba hacer en el mural. Hay que mirar muchas imágenes en internet para ver el rostro que decido hacer, hay que estudiar a cada personaje. Además, tiene un peso de 500 años que tenés que marcar”.

¿Cuánto tiempo lleva?

El muralista relata que le llevó dos meses “creanear” el diseño. “El estilo de la ochava pone como línea del centro donde está la Virgen y si uno se fija, es como que desaparece la línea divisoria. Tengo que pensar en las líneas de punto de fuga que va a permitir ese alejamiento. Ese trabajo lo hice sin marcar antes. No hice todo el dibujo y después fui pintando: solamente fui con un boceto que tenía antes”.

Además explica que la construcción del “mural me llevó diez días. Después hubo días de lluvia pero forman parte de ese tiempo. Normalmente, empezaba a las 5 ó 6 de la mañana, a las 13 horas cortaba y a las 17 horas regresaba para continuar. Hubo un día que estuve doce otras trabajando. Imagínense subir un andamio de 4 pies de alto y me puse arneses. 

Las dificultades

“Si bien fui bombero nueve años en Uruguay, ahora con el paso del tiempo, empecé a tener temores a la altura así que tuve que luchar con eso y tuve muchas emociones mientras realizaba el mural: llanto, pánico… en un momento tuve que bajar, respirar hondo, regresar a subir. Hubo un día que no pude subir y me quedé haciendo todo lo de abajo, tranquilizarme. Me sentía inseguro, me tocaron días de viento, de lluvia, el andamio se movía mucho y eso generó algunos temores”.

Asimismo destaca que “otra de las dificultades fue tratar de colocar una línea de horizonte para marcar un punto de referencia. Yo comencé pintando a la Virgen María y al niño Jesús y después agregué a todos los personajes de costado. Yo tenía que generar el impacto en los principales personajes, después en zona secundario a San Cayetano y a los terciarios. Por cuarta posición, son los que están debajo, pero esos tenían que estar incluidos y que no generara que la Iglesia estuviera por encima de los demás: eso también me lo transmitió el padre porque quería que yo hiciera un mural donde estuvieran todos en la misma posición”.

Asimismo le cuenta a este medio que “al principio estudié cómo lo iba a hacer, con algunos programas de computación hice fotomontaje y de esa manera me imaginaba cómo el dibujo iba a ir más arriba o más abajo el dibujo. El hecho de ser responsables con un pedido hizo que yo tuviera que superar los miedos y a veces los temores te vienen. No es la primera Iglesia que pinto, ya pinté dos parroquias y con dimensiones más grandes pero era más joven, quizá me sentía con otra capacidad”.

En cuando a sus técnicas, revela: “yo trabajo con una técnica que es aerografía; se utiliza un aerógrafo, un soplete. Tengo uno que es miniatura, para trabajos más minuciosos y otro para trabajos más grandes. Trabajo con un compresor y pinto con soplete: no hay un pincel colocado en ese mural”.

Y por último, cuenta qué siente al terminar su trabajo: “Cuando comencé con este mural hace muchos años, pensaba ‘ojalá que no lo manchen’. Hoy que tengo más experiencia profesional, es como un regalo que le doy a una persona y yo lo despido. Quizá en algún momento me reencuentre con ese regalo y tal vez, no.  Está mi nombre, sí, pero yo dejo detalles: por ejemplo decidí colocarle unos brazaletes a las niñas, que dicen ‘paz’, ‘amistad’, ‘alegría’ y en una de las copas dice ‘JB’ que son las iniciales de mi nombre”.

(Colaboración en la producción: Cristina Sada)