Andrés Martínez, el músico que combina el Jazz con la Astrología

Hace 20 años que se dedica a la música y ocho a la Astrología. Nació en Tres Arroyos pero vive en La Plata desde el siglo pasado. Pasó por Bellas Artes, Filosofía, varios escenarios y su refugio es su piano. Charló, a fondo, con Capital 24.

Región 19 de junio de 2024
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Tiene 43 años y vive en La Plata desde el año 1999. Cuenta que cuando era chico su padre se había comprado un teclado: “Se quedaba a la noche en la cocina sacando melodías, tocaba de oído y aún conservo ese teclado porque más adelante lo usé yo”, le cuenta a este diario.

 

- ¿Cómo fueron tus inicios en la música? 

 

- En mi casa no había tantos discos ni teníamos la costumbre de escuchar mucha música, hasta mi adolescencia. Recuerdo que una vez mi mamá nos anotó en una clase de piano pero yo ahí no me enganché mucho, iba para jugar con mis compañeros y más adelante terminé dejando. Años después, íbamos con mi familia a una iglesia y tocaba un grupo y nos sentábamos adelante para ver cómo tocaban.  A mis 15 años, el pianista del grupo se pasó a tocar la guitarra y me invitó a tocar el teclado: empecé a tocar directamente en un grupo y me empecé a enganchar con las dinámicas de los ensayos y eso fue muy importante. Ya en la Secundaria, antes de venirme a La Plata, empecé a tocar muchos temas de memoria con los cassettes, la música cristiana fue mi primer contacto con la música. Me anoté en el Conservatorio Provincial de Música y aprendí a leer mínimamente y paralelamente empecé a conocer gente que me hizo conocer otra música y en ese momento pasó algo muy importante: cuando un amigo de mi papá me llevó a escuchar un grupo de Jazz, y si bien no había piano dije “quiero tocar esto”. 

 

- ¿Cuándo y por qué decidiste empezar a tocar el piano?

 

- Eso fue cuando terminé la Secundaria, donde empecé a escuchar Jazz, a grabar en los VHS cosas que escuchaba y me atraía mucho todo el tema de la improvisación. Hice el primer año de la Facultad de Ciencias Económicas en Bahía Blanca y en ese momento el último día que cerraba la inscripción en Bellas Artes en La Plata, hablé con mis padres y les dije que quería estudiar música así que me vine a La Plata, me anoté en “Composición” y dije “es por acá”. Comencé a vivir con estos dos amigos y decidí tocar el piano para poder tocar el Jazz. Acá en La Plata empecé a tomar clases con un profesor de Jazz, empecé a tocar, hice un curso de improvisación, iba a escuchar a todas las bandas que podía, libro que veía lo fotocopiaba… fue un momento de enriquecimiento con profesores y con pares. 

 

- ¿Qué representa el piano para vos?

 

- Eso ha ido cambiando: primero era un lugar para jugar, explorar sonidos, aprender acordes, una cosa lúdica, como de descubrimiento y exploración. Después, representó la posibilidad de poder tocar en un grupo y entender la función que uno cumple. En la adolescencia representó un refugio, un lugar en el que me podía meter y era mi mundo, me empecé a distanciar de mi grupo de amigos y me empecé a refugiar en el piano y a compartir con otras personas que tocaban en grupo. Después de estudiar y tener más conocimientos, conocer caminos en el piano y volver a la parte lúdica pero ya con una formación. El piano es un lugar catártico cuando uno tiene un mal día, o un espacio para canalizar emociones, o es un momento meditativo donde apagás el celular. Siempre está ese ritual: me voy al piano, me hago el mate, me siento… el piano es un lugar donde trabajar los límites: sostener algo que no te sale y poder trabajar en eso, aprender a disfrutar, algo se va calmando y lo importante es ir madurando y hasta sacando información y que quede lo más esencial: quién es uno musicalmente, por dónde va…

 

- Solés tocar en La Plata en ciclos de jazz… ¿cómo son y cómo es el público?

 

- El primer año que vine a vivir acá toqué a fin de año en un curso de Jazz que finalizaba con una audición y tuve la suerte de tocar en un lugar muy conocido y con un baterista que tenía mucho recorrido y mucha experiencia. Siempre tuve como el dilema de “la Facultad y el ser músico y tocar”. En un momento dejé la carrera, empecé a estudiar Filosofía en la UNLP y en 2004 volví a Bellas Artes y me recibí en 2008. Al año siguiente empiezo a tocar con un grupo en Buenos Aires al que yo admiraba. Desde octubre de 2023 hasta hoy, toco tres veces por semana, ininterrumpidamente y aprendo un montón: preparar música diferente con grupos diferentes y sostenerlo. El público es muy cálido, me siento como en casa. 

 

- ¿Cómo te sentís arriba del escenario y cómo se siente al bajar?

 

- Depende de qué voy a tocar, dónde, con un grupo que ya conozco o si estoy distendido pero a veces estoy muy concentrado, repasando en el camarín, a veces nervioso también. Soltarse a veces es difícil porque en vivo es diferente y lo más lindo que sucede es cuando uno está tocando y se entrega a la música. Hay fechas en conciertos donde sale todo bien y otros donde no, y eso es un aprendizaje: al bajar del escenario sentís muchas cosas, son muchos sentimientos y con el tiempo uno aprende a poner todo en su lugar. 

 

- ¿Has tocado con músicos a los que admirás?

 

- He tenido la suerte de ir a tocar con músicos que iba a escuchar. A veces hay fechas que son muy casuales, elegimos los temas ahí, es improvisación pura. Y hay otras que son con proyecto más fijo, donde se ensaya más y hay una búsqueda y un trabajo más minucioso y a mí me gustan las dos cosas. 

 

- También te dedicás a la Astrología. ¿Cómo es?

 

- Hace 8 años que me dedico a esto: no fue una búsqueda consciente. Sí recuerdo que tuve compañeros de Facultad o amigos que me hablaban del tema: al principio no me interesaba y un amigo me prestó libros. Ese mismo amigo me incentivó a anotarme en un curso, fui, tuve que hacer una movida tremenda, yo no sabía nada de los signos: el profesor me regala una lectura de la Carta Natal y me resonó mucho eso y en un momento me encontré leyendo todos los días. Ahí vino la pandemia, tuve mucho tiempo para leer y encontré una mirada de la astrología y me conecté con una Escuela en Buenos Aires para empezar otra formación.

 

- ¿Cómo combinás Astrología y Música? ¿Qué tienen en común?

 

- No sé si me lo pregunté mucho pero creo que a veces se usan metáforas musicales para explicar algún concepto astrológico como “vibración”, “resonancia”, “amplificación”, “disonancia”, “consonancia”, “ciclos”. En música a veces con la explicación de algunos conceptos, uno dibuja un círculo y dice “parto de acá y llegó acá”. La astrología te permite explicar cualquier proceso: el desarrollo de una tonalidad con el Zodíaco detrás y usar las fases de la astrología para explicar una composición musical.  

La mirada astrológica que más me resuena es la que tiene que ver con el arte y la sensibilidad, donde se habilite más el sentir. Priorizar la “resonancia” que es lo que sucede cuando uno está tocando con alguien: comunicar y que haya conexión,  y en una consulta astrológica también es importante eso. Al principio es conectar con lo que trae la persona, escuchar y a partir de lo que se hable, que la persona pueda mirar desde otro lugar: la totalidad del mapa energético del que uno emerge y las cosas de las que uno no está tan consciente. 

 

- ¿Qué es lo más lindo del público de La Plata?

 

- El público de La Plata está muy ligado al lugar en donde tocamos. A veces la música que uno toca tiene que ver mucho con ese lugar, uno elige qué puede tocar. Acá en La Plata hay lugares que son muy íntimos, donde la gente es muy respetuosa y también el recibimiento es muy importante. Hay un público para el Jazz y es muy lindo cuando van músicos a escuchar. Es aprender a acompañar un proceso que tiene distintas fases: el inicio, que son las ganas de tocar, y eso va pasando por fases más críticas pero se sigue adelante, se va transformando y se va disolviendo para dar lugar a otra cosa. Eso puede ocurrir en la formación como músicos, en una fecha. Y después del escenario hay que soltar, quedarse con lo que a uno más le resonó y distanciarse porque al día siguiente hay otra cosa. 

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