Tensión en el Gabinete por la crisis cambiaria y financiera

El Presidente buscó llevar calma a sus funcionarios frente a la escalada del dólar. Junto a Caputo, descartó una devaluación y prometió sostener el rumbo económico.

Política 03 de julio de 2024
NOTA 1

En medio del cimbronazo cambiario y el revés de los mercados, Javier Milei intentó transmitir tranquilidad a sus funcionarios. El Presidente reunió a todo el Gabinete –no faltó ni uno– para avisarles que el programa económico se mantiene intacto y que no cederán ante las presiones devaluatorias. “No es un problema”, fue el mensaje que se bajó en Casa Rosada respecto a la disparada de los dólares paralelos. El argumento oficial es que la macro se está ordenando y que los agentes económicos recién se están “adecuando a un nuevo escenario”. Sin embargo, las críticas internas al ministro de Economía, Luis Caputo, se escuchan cada vez más fuerte.

Ni la aprobación de la Ley Bases –que se promulgaría la semana que viene– ni los anuncios que realizó el viernes Caputo lograron apaciguar la incertidumbre económica de las últimas semanas. La conferencia del ministro en el Palacio de Hacienda, donde confirmó el traspaso de la deuda del Banco Central al Tesoro, resultó poco o nada para quienes esperaban definiciones cambiarias, sobre todo, respecto a la salida del cepo. Ante la consecuente escalada del dólar blue (cerró a 1430 pesos), caída de los bonos y aumento del riesgo país (arriba de los 1500 puntos), Milei aseguró que no ve el panorama con preocupación, negó que se vaya a alterar el rumbo y descartó una devaluación.

En el Salón Eva Perón, el Presidente y Caputo actuaron en tándem: pidieron calma frente los que exigen levantar cuanto antes las restricciones cambiarias y aseguraron que el sacudón financiero responde a una "típica volatilidad” producto de las “excesivas ganancias” que tuvieron los mercados los últimos meses y a una reacción frente a nuevo programa monetario/fiscal. "Como todo cambio, se genera incertidumbre hasta que los agentes económicos se adecuan al nuevo escenario", explicaron. En suma, advirtieron que la inestabilidad podrá continuar hasta que los mercados “la vean”.

El análisis, sin embargo, choca de lleno con la mirada de otros integrantes del oficialismo. Fausto Spotorno, miembro del grupo de asesores de Milei y hombre de máxima confianza de Federico Sturzzenegger, responsabilizó a Caputo por la crisis cambiaria. Sostuvo que la presentación de la segunda etapa del programa económico que encabezó el ministro fue un “mal anuncio” y que “los errores –del ministro– se los van a facturar al Gobierno”.

Las palabras de Spotorno retumbaron en el ministerio de Economía, porque lo que dijo en público es lo que Sturzenegger grita en privado. Dentro del oficialismo, no son pocos los que señalan que Caputo tiene fecha de vencimiento. 

"El déficit cero está garantizado, el equilibrio de las cuentas públicas, la emisión cero y el rumbo que estamos tomando”, dijo el vocero presidencial Manuel Adorni tras la reunión de Gabinete y concluyó: "Sabemos lo que estamos haciendo y tenemos el norte muy claro. No damos un paso atrás ni siquiera para tomar impulso y vamos a seguir adelante no importa lo que digan".

En medio del temblor financiero, al encuentro de ayer no faltó nadie. Junto al mandatario estuvieron presentes el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y los ministros Bullrich (Seguridad), Mariano Cúneo Libarona (Justicia), Diana Mondino (Relaciones Exteriores, Culto y Comercio Internacional), Luis Caputo (Economía), Luis Petri (Defensa), Mario Russo (Salud) y Sandra Pettovello (Capital Humano). También asistieron la vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel, y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menen, quienes a posterior le hicieron entrega de la Ley Bases aprobada a Guillermo Francos a la espera de ser promulgada por el Poder Ejecutivo para la semana próxima.

En paralelo, La Libertad Avanza pondrá en marcha una segunda etapa de discusión legislativa. En carpeta tienen un conjunto de proyectos económicos, una reforma electoral --para que se pueda votar a partir de los 14 años--, cambios en materia penal -- para bajar la edad de imputabilidad--, una iniciativa de Ficha Limpia y declarar la esencialidad en la educación. Además, se avanzará en la denominada la "Ley de Hojarascas", que promueve Sturzenegger, para derogar más de 100 leyes y seguir desmantelando el Estado y las regulaciones.

 

Recesión y licuadora para aguantar “agarrados del travesaño”

La idea transmitida a gobernadores es básica: bajar la inflación a niveles muy bajos, desde ahí, unificar el tipo de cambio, sin cepo. Llegaría la devaluación.

El Gobierno aseguró que no va a habilitar un salto en el dólar, que no habrá devaluación. Lo dijo hasta el cansancio la tetralogía Milei-Caputo-Adorni-Francos. Y es verdad. No hay devaluación a la vista para el ministro Luis Caputo. El plan es otro.

Desde hace ya bastante tiempo, el presidente Javier Milei quiere instrumentar una idea: que la inflación, la devaluación mensual y la tasa de interés converjan al 2%. He ahí la clave del crawling (ritmo de depreciación) del BCRA, lanzado en la prehistoria del Gobierno, que defiende a capa y espada.

Para el analista resulta insólito que los mismos funcionarios que sostenían que mientras se acumulen reservas se mantiene el ritmo de devaluaciones diarias al 2% hace unos meses.

Lo que debe saber el lector es que el Gobierno continúa con esta idea. Y que, como señaló ayer el economista Fausto Spotorno -quien suele escuchar ópera con Milei los fines de semana-, existe una idea superadora, o algo así, que incluye, por estas horas, la negativa a devaluar. Es decir que, en el corto plazo, habrá más de lo mismo. Esto es, más recesión, más ajuste en el gasto público y más presión para que sea esta maniobra la que contribuya a bajar -aún más- los precios de la economía.

Para que se comprenda, lo que busca la Casa Rosada es un sendero de desinflación cueste lo que cueste. La no-devaluación es una medida necesaria en ese sentido, aunque la brecha se amplíe y los dólares financieros comiencen a tener su propia aventura separados del tipo de cambio oficial. Y para ello, bueno, el Gobierno está dispuesto a darlo todo, es decir, a generar la peor recesión de la historia... ¿de la humanidad?

Pero aquí no termina la película. Hay un detalle aún más importante. ¿Por qué el Gobierno querría tratar de alcanzar, por ejemplo, el uno por ciento de inflación mensual sin tocar el tipo de cambio? ¿No acumularía acaso un retraso en el tipo de cambio formidable si no toca el dólar?

En el Gobierno piensan que, en plena depresión económica y con una inflación de arranque por debajo del 1% mensual, el salto en los precios generado por la unificación cambiaria no sería tan grave. Para ello necesita que el IPC siga en baja hasta ese nivel. Está dispuesto a acumular desequilibrios en otras variables, pero no quiere entregar ese indicador, la inflación, cuyo colateral es, ni más ni menos, que la popularidad del presidente. Piensa el presidente Milei que lo más importante que debe resguardar es su promesa desinflacionaria, y que el resto no importa demasiado, por lo menos a su electorado.

 

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