
Con esa frase, el influencer Santiago Maratea ironizó respecto a la búsqueda de su paradero que impulsó la justicia de La Plata en la causa iniciada tras una denuncia del Colegio de Nutricionistas.
En un estudio realizado por la consultora Zubán Córdoba y Asociados, sólo un 14,2% de las personas mostró confianza en las empresas mediáticas y según el especialista Martín Becerra se profundizó la “ruptura de un pacto de verosimilitud” con el público.
Actualidad 01 de mayo de 2024Más del 80% de la sociedad no confía en los medios de comunicación y se les otorga una gran “incapacidad” para ponerle límites al gobierno de Javier Milei, según la encuesta “La tensa estabilidad de la Argentina libertaria” realizada por la consultora Zubán Córdoba y Asociados.
En el estudio, realizado entre el 10 y 11 de abril a 1500 personas de todo el país mayores de 16 años a través de un cuestionario digital, se buscó indagar sobre la cuestión de la confianza en las instituciones del país y medir la percepción de la gente sobre la capacidad que tienen para ponerle límites al gobierno nacional.
Cuando se le preguntó a los encuestados sobre la confianza en las instituciones de la Argentina, un 80,5% contestó tener “desconfianza” en los medios de comunicación y tan sólo un 14,2% manifestó poseer “confianza” en ellos, mientras que un 5,2% dijo no saber.
Este trabajo muestra a los medios de comunicación como una de las instituciones con mayor crisis de confianza por parte de la sociedad, tanto periodistas como medios tienen un gran descrédito para la gente”
Martín Becerra-Investigador del Conicet, especialista en políticas de medios, telecomunicaciones y TIC.
Sobre los periodistas los resultados fueron similares: un 79,2% marcó “desconfianza” sobre ellos mientras que “confianza” obtuvo un 17,7% y “no sabe” un 3,1%.
A los periodistas, un 50,1% les otorgó “incapacidad” de ponerle límites al gobierno nacional y un 43,6% les dio “capacidad”, y un 6,4% respondió que no sabe.
“¿Quién cree usted que tiene capacidad o incapacidad para ponerle límites a Javier Milei?”, preguntó la encuesta y allí sólo un 28,3% respondió que los medios tienen “capacidad”, a comparación de “incapacidad” que recibió 63%, y por último, un 8,7% dijo no saber.
A los periodistas, un 50,1% les otorgó “incapacidad” de ponerle límites al gobierno nacional y un 43,6% les dio “capacidad”, y un 6,4% respondió que no sabe.
Martin Becerra, investigador del Conicet y especialista en políticas de medios, telecomunicaciones y TIC, explicó que estos resultados muestran que se profundizó la “ruptura de un pacto de verosimilitud” entre las empresas mediáticas y el público.
“Este trabajo muestra a los medios de comunicación como una de las instituciones con mayor crisis de confianza por parte de la sociedad, tanto periodistas como medios tienen un gran descrédito para la gente”, aseguró a Somos Télam.
Las operaciones de desinformación, la permanente confusión entre información y opinión, las bajadas de línea explícitas que hacen los grandes medios y comerciales todos los días y a toda hora, erosionan su credibilidad por parte de la ciudadanía”
Becerra explicó que “desde hace muchos años, incluso antes de la masificación del acceso a internet, los medios de comunicación tienen una muy baja credibilidad en Argentina”.
“Esa desconfianza de la sociedad argentina es histórica, no tiene que ver con la irrupción de la internet y la crisis del modelo de negocio de los medios que precarizan la producción de contenidos. Es previa, podríamos remontarnos a la manipulación de la opinión pública que hicieron los medios estatales y privados en la guerra de Malvinas”, afirmó el investigador.
Respecto de esa “histórica” desconfianza que señala Becerra más allá de las tecnologías, resulta notable la baja credibilidad si se observa complementariamente la encuesta -también divulgada esta semana- de Analogías, a nivel nacional, sobre 2.548 casos efectivos, según la cual el 69,1% “confía poco o nada en la información que le llega por medio de las redes sociales”.
“Esas operaciones de desinformación, la permanente confusión entre información y opinión, las bajadas de línea explícitas que hacen los grandes medios y comerciales todos los días y a toda hora, erosionan su credibilidad por parte de la ciudadanía”, concluyó.
Desinformación, infoxicación y redes
El término infoxicación provoca, en su reacción, la aparición del concepto de desconexión. Sin duda, la infoxicación se produce en un entorno digital, por lo que la mayoría de los consejos dirigidos a evitar sus efectos de estrés, miedo, desinformación, dependencia, etc., pasan por desconectarse durante periodos de tiempo más o menos largos o establecer objetivos de información focalizados sobre temas de interés concretos. Cuestión difícil en un modelo social dirigido a primar el denominado always on y lejos de comprender las razones de la desconexión.
Difícil pero posible. La decisión de desconectar en un entorno hiperconectado cuenta con ejemplos como el de Mar Cabra, periodista y ganadora de un premio Pulitzer en 2017 con solo 33 años. Mar Cabra se confiesa víctima del llamado Síndrome de Burnout o «síndrome del trabajador quemado», provocado por jornadas de teletrabajo sin límite y un uso intensivo de la tecnología. Esta situación la llevó a la hiperconexión, a la infoxicación y a ser víctima de «la economía de la atención: la que hace ganar dinero a las aplicaciones según el tiempo que pasamos en ellas». Junto con ella, son muchas las personas que recomiendan la desconexión durante unas horas o durante uno o varios días.
Otra dimensión de la infoxicación es el papel protagonista que están adquiriendo los algoritmos en el desarrollo de la inteligencia artificial. Un papel preeminente en cuanto a su influencia en la toma de decisiones. En este contexto, la reciente creación del Observatorio del Impacto Social y Ético de la Inteligencia Artificial del que Mar Cabra forma parte dentro de su junta directiva, analiza desde las humanidades este tipo de desafíos.
La infoxicación es, en parte, una consecuencia de la falta de atención crítica hacia el entorno y de una acusada pereza intelectual. Hoy en día, la lectura pausada, la interpretación crítica o incluso el esfuerzo de comprensión que requiere enfrentarse a un texto, son elementos incompatibles con la rapidez que exige la viralización, la instantaneidad demandada por las redes sociales, el creer necesaria la multiconexión y, se podría decir, «lo inmensamente global» de la globalización.
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