Sabbatella y los caciques camporistas que dinamitan la unidad peronista en Buenos Aires

La lucha por el control del peronismo bonaerense expone a Sabbatella y La Cámpora, que desde adentro sabotean cualquier intento de consenso hacia las elecciones.

Política 15 de julio de 2025
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Por Santiago Rosic

 ¿Se trata de una estrategia con intereses personales o de un intento genuino por revitalizar a un kirchnerismo más allá del peronismo? En Morón, donde las paredes y los pasacalles claman que “Martín vuelve”, nadie lo duda: Martín Sabbatella quiere volver al centro del escenario. Y no lo hace con perfil bajo. 

 Las sombras de su pasado por funciones tan disímiles como las de intendente, diputado y cabeza de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) durante el kirchnerismo, además de su paso por la hoy olvidada Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), no impiden que Sabbatella vuelva a operar con intensidad. En esta ocasión, para frustrar cualquier intento de unidad real del peronismo en la provincia de Buenos Aires.

 Según su entorno, Sabbatella considera que el ciclo de Cristina Kirchner está agotado y que su encarcelamiento puede ser definitivo, por lo que, de acuerdo con sus propios cálculos, él podría capitalizar el desmembramiento del viejo poder para presentarse desde “Fuerza Patria” como una suerte de heredero legítimo de una versión “pura” del proyecto nacional y popular. Pero, para lograrlo, requiere la colaboración de los cuadros más radicalizados de La Cámpora.

 El exfuncionario, al mismo tiempo, mueve piezas, teje alianzas contradictorias y se muestra dispuesto a colgarse de cualquier estructura partidaria con tal de preservar su centralidad. Alrededor de su reducto en Castelar hablan de una obsesión: impedir que se logre una unidad ordenada entre el peronismo territorial y el massismo, a sabiendas de que cualquier confluencia realmente mayoritaria lo dejaría otra vez afuera.

 Es por eso que referentes de La Cámpora con peso en distintas regiones bonaerenses pueden ayudarlo a reforzar el bloque más duro contra la reunificación del PJ. En San Martín, por ejemplo, el camporista Rodrigo Estigarribia ya ha desatado internas en su distrito y amenaza con romper los armados conjuntos si no se respetan sus condiciones. Pero también Emmanuel González Santalla, en Avellaneda, desafía abiertamente las candidaturas propuestas por los intendentes peronistas y busca imponer nombres surgidos del núcleo duro camporista. 

 En La Matanza, en cambio, el peso de Facundo Tignanelli impide cualquier equilibrio: resiste acuerdos con actores del PJ local y responde solo a la mesa chica de Máximo Kirchner. Finalmente, en la Tercera Sección, el propio Máximo insiste en conservar el control de las listas, incluso a costa de una derrota, mientras Axel Kicillof, Sergio Massa y los intendentes K apuestan con “Fuerza Patria” a otra precaria y fragilísima síntesis electoral con más de 20 sellos distintos, entre ellos Nuevo Encuentro, del propio Sabbatella.

 Sin duda, esta fragmentación y su incertidumbre entusiasman a Sabbatella: entre la parálisis forzada y municipios que no logran todavía cerrar listas, los gestos de unidad en las reuniones para las cámaras no alcanzan para disimular la fractura interna a partir de la cual él mismo se imagina como posible ganador. De hecho, hasta las advertencias de los gobernadores del PJ suenan al compás de los sueños de poder de Sabbatella: “No hay margen para seguir subordinando los intereses provinciales a los caprichos del AMBA”, repiten.

 Narcisista, calculador, experto del “rosqueo”, el antiguo traje de progresista de Sabbatella hoy se ajusta sin pudor al pragmatismo más crudo. Desde el silencio mediático, se mueve como un operador cínico que dice lo que conviene, pacta con quien sea necesario e incluso en Morón sabotea lo que no lo incluye. Bajo la máscara del experimentado cuadro técnico y el “outsider” de las estructuras tradicionales, Sabbatella hoy apuesta a que el caos le permita volver.

 ¿El próximo ciclo de poder será definido por el poder territorial y las nuevas mayorías, o por los restos endurecidos de una épica que, como la de Sabbatella y sus socios de La Cámpora ya no encuentra traducción política ni en las urnas ni en los barrios? Como advertía Eva Perón, “los traidores son los que hacen más daño que los enemigos, porque están dentro de la casa”. En el peronismo bonaerense, al menos, el viejo funcionario kirchnerista aspira a encarnar esa herida y socavar la unidad para que solo tenga vigencia su propio nombre.

 

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