Una argentina suelta en Milán: “Si algo te da miedo hacelo, porque te hará crecer”

Hace poco más de un mes, Florencia emprendió un viaje incierto pero con muchas ganas de crecer: se fue a Italia por trabajo y desde una de las ciudades más cosmopolitas de ese país, dialogó en exclusiva con Capital 24.

Actualidad 22 de marzo de 2024
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Florencia Luchetti tiene 28 años. Es enfermera desde el año 2017. Hace poco más de un mes, dejó el departamento que alquilaba en la localidad bonaerense de Tres Arroyos. Vendió todas sus cosas, incluso su auto, y decidió embarcarse en una aventura para ir detrás de un sueño: conocer Italia, la tierra de su bisabuelo, para probar suerte y vivir una experiencia completamente nueva.

Desde Milán, la mayor área metropolitana de Italia y el segundo municipio de ese país respecto a la población, después de Roma, Florencia dialogó en exclusiva con Capital 24 para contarnos cómo es vivir en una ciudad tan cosmopolita , uno de los íconos de la moda.

 

La decisión

 

En diálogo con este medio, cuenta que optó, en primer lugar, por hacer los trámites para obtener el pasaporte italiano: “Yo ya tenía le ciudadanía hecha por mi bisabuelo que se llamaba Nicolás y mi papá se encargó de hacer los trámites hace muchos años así que en 2023, por curiosidad y ganas de ir a conocer y pensando que quizás en algún momento tenía la oportunidad de venir porque para mí era un sueño, decidí sacar el pasaporte. Después de eso, empecé a pensar opciones para poder irme a ver de qué forma podía llegar y se me ocurrió buscar trabajo. Primero pensaba por fuera de mi profesión y luego decidí buscar el trabajo relacionado a la salud”.

 

Ir detrás del sueño

 

Asimismo expresa que eligió “Italia por una motivación personal, por ser el país del cual proviene toda mi familia, más allá de que yo no conocí a mi abuelo que fue quien llegó de Italia a la Argentina a fines del siglo XIX. Siento que es la tierra desde donde proviene un poco nuestra sangre. Es un sueño para mí conocer Italia. Específicamente Milán no lo elegí sino que se dio esta oportunidad de que encontré un anuncio sobre un trabajo en una clínica, yo me postulé y todo se fue dando de esa manera. Si hubiera elegido, quizás hubiera optado por alguna otra zona del sur de Italia respecto a lo que yo había visto de paisajes”.

Respecto a las expectativas que tenía y con las cuales se encontró al llegar, le detalla a Capital 24: “me vine con la idea de conocer un país, una cultura muy distinta en algunos aspectos y en otros muy parecida a la nuestra. Sobre todo, con las ganas de vivir una experiencia que me haga crecer como persona, como profesional, que me haga aprender otra forma de trabajar quizás distinta a cómo se trabaja en Argentina y además, para conocerme a mí misma porque es un desafío en todo aspecto haberme venido sola a otro país donde hablan otro idioma. Es una ciudad muy grande donde la forma de vida es totalmente distinta a Tres Arroyos, es como vivir en otro mundo, entonces me encuentro a mí misma, por ejemplo, tomándome un subte por primera vez, haciendo trámites que tienen su complejidad, por ejemplo, entrar a un banco y comunicarte en otro idioma”.

 

¿Cómo es Italia?

 

Florencia le relata a Capital 24 que “si bien da miedo, es una experiencia que me iba a hacer crecer y ver cómo yo me puedo desenvolver en este ámbito. Me encuentro con una ciudad muy grande, muy ordenada en cuanto al transporte, los horarios, todo está muy limpio y muy bien señalizado. En cuanto a las personas, como es una ciudad donde hay muchas extranjeras, hay gente de todo el mundo, hablando en inglés, italiano, español y las veces que he preguntado algo, en general son amables y te ayudan pero no son muy confiadas, te explican lo justo”.

Agrega: “Los italianos, por lo que veo, son muy parecidos a nosotros en cuanto a la personalidad: son muy familieros, gritan, se ríen. Me sorprendí con eso. Ahora que empecé a trabajar tengo un poco más de contacto fluido con italianos ya que comparto muchas horas. Veo sus formas y me recuerda mucho a la Argentina: la forma en la que se relacionan entre ellos, cómo se hablan y el trato entre ellos”. 

Expresa que “yo ya esperaba porque me habían advertido que Milán es una ciudad muy grande. Las conexiones en toda la ciudad son increíbles, está todo hiper conectado: subtes, trenes, colectivos, eso funciona perfecto. Pero más allá de eso no hubo algo que me haya deslumbrado apenas pisé Italia, no vi nada fuera de lo que yo esperaba. El ‘Duomo di Milano’ que es esa Catedral con estilo gótico obviamente me impactó”.

 

¿Italia o Argentina? 

 

Según cuenta la entrevistada, los italianos “tienen en común la calidez de la gente, la forma de relacionarse las personas. Y de diferente, el tema del orden en el transporte, en la ciudad, la educación en todos lados, el respeto por los horarios, por el lugar del otro, la puntualidad. Acá nadie transgrede esas normas que quizás en Argentina lo tenemos tan naturalizado. La pasta y las pizzas son riquísimas y se come muy poca carne, es muy cara y en el supermercado veo que la comida es de muy buena calidad”. 

En cuanto al idioma, revela que “eso de a poco. Estoy haciendo un curso y habiendo empezado a trabajar comparto 12 horas con compañeras que hablan italiano, yo comprendo bien lo que hablan y todavía me cuesta hablar el idioma. Hasta ahora me estoy haciendo entender para el poco tiempo que llevo acá”.

Expresa que ya ha conocido a argentinos en su misma situación: “conocí a un enfermero argentino que vive acá hace un año y medio y trabaja en otro Hospital. Fue súper cálido conmigo, me acompañó cuando llegué porque venir a una ciudad tan grande, desconocida totalmente, es bastante estresante. Me esperó en el aeropuerto, a tomarme por primera vez un subte, me enseñó a usar los transportes, se portó súper bien. Y también conocí  a un matrimonio de argentinos que son de Córdoba, enfermeros que llegaron unos días antes que yo, a la misma clínica y están probando esta nueva experiencia en otro país”.

 

Futuro incierto

 

Florencia remarca que viajó a ese país para cumplir un sueño y destaca que no tiene proyectos a futuro: “vine a probar una experiencia nueva sin saber por cuánto tiempo me voy a quedar, no lo tengo decidido aún. Estoy como viviendo el día a día, tratando de adaptarme a una nueva situación y viviendo paso a paso. No creo que sea algo que yo pueda responder todavía. No vine con intenciones de quedarme por un largo plazo pero no sé qué me va a deparar el destino ni cómo va a ser mi trabajo acá: estoy en un período de adaptación de la cual también quiero ver cómo me encuentro yo con el correr de los meses”.

El desarraigo no le es ajeno, por lo cual destaca que “lo que más extraño es mi vida social allá, mis amigas, mi amiga Fer sobre todo que es mi mejor amiga. La vida familiar, el ir a tomar un mate con mi mamá, charlar, las comidas de ella, las de mis abuelas y sobre todo la cotidianidad. Salir del trabajo y llegar a mi casa en diez minutos y hoy eso es una videollamada: si bien la tecnología te acerca, no es lo mismo que estar en persona y tener esa fluidez del día a día”.

Por último confiesa que a todos aquellos que tienen un sueño y no se animan a concretarlo, “yo le diría que por todos los medios posibles, que se preparen física y mentalmente. Sea lo que sea uno tiene que tomar una decisión y ser consciente de ella. Yo asumo los riesgos y tampoco me aventuré a la incertidumbre total pero sí vine con mucha. La frase de cabecera que leí y que me hizo pensar en este viaje fue “Si algo te da miedo, hazlo, porque te hará crecer” y fue la frase que más me acompañó este tiempo porque con miedo lo hice igual porque era un deseo muy grande que yo tenía y necesitaba probarlo y vivirlo en carne propia, no a través de otras personas”. 

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