Murió Carlos Mancuso, el exorcista de La Plata más famoso del país

La noticia generó mucha tristeza y dolor entre quienes lo conocían por sus misas y sus trabajos para limpiar las almas, dado que su popularidad trascendió las fronteras de la capital bonaerense. Estudioso del tema, siempre aseguró que nunca dejó de tener interés en combatir a un enemigo que no se puede ver: el Diablo.

Actualidad 07 de julio de 2023
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El Padre Carlos Alberto Mancuso falleció en las últimas horas de este lunes a la edad de 89 años en su domicilio y, según confirmaron desde su entorno, fue de una forma serena. Había nacido en La Plata en 1934 y formaba parte de la Parroquia Nuestra Señora de Luján ubicada en calle 60 entre 27 y 28. 

Mancuso fue uno de los pocos sacerdotes del país que admitió públicamente el ejercicio de las prácticas exorcistas. Será recordado por las y los platenses no solo por la particularidad de desarrollar esta práctica religiosa, sino también porque con el paso del tiempo se convirtió en el sacerdote que bautizó a muchos niños, dio la bendición y a quienes muchos recurrieron para limpiar su alma.

El sensacionalismo de su práctica se lo atribuyó a trabajar con un enemigo que no siempre se puede ver. Desde el Arzobispado de La Plata realizaron un velorio y Misa Exequial en la Parroquia San José ubicada en la intersección de las calles 6 y 64, su casa desde hace muchísimos años y donde supo brindar sus servicios eclesiásticos. 

Luego de finalizar el seminario mayor en 1955, desarrolló su tarea cómo sacerdote en distintos puntos de la provincia: fue durante muchos años Párroco de San José, Capellán del Liceo Naval Militar, Asesor del Movimiento de Renovación Carismática, Canónigo del Cabildo Catedralicio Platense, pero su principal función fue la de realizar exorcismo dentro de la Arquidiócesis de La Plata, autorizado por el mismo Obispo. 

Siempre tuvo interés por combatir a un enemigo que no se puede ver: el Diablo.

 Ayudar a quienes se lo pedían

 Todos los viernes, el Padre Mancuso recibía en la parroquia de 60 entre 27 y 28 a los miles de familiares que venían de distintos puntos del país en busca de ayuda.

Si bien la práctica del exorcismo está presente en el imaginario social como se representa en las películas de terror, Mancuso aseguró que a lo largo de su vida en la realidad se le parece muy poco a lo que se ha “mercantilizado” para venderlo como un producto. Para él, se trataba de una práctica religiosa que tiene la Iglesia Católica desde sus comienzos con el fin de liberar a un alma, sin importar de qué religión sea, de las acechanzas o del odio o del ataque que está haciendo el Demonio contra una criatura humana.

En varias entrevistas, declaró que la pregunta que más le han hecho en su vida es cómo llegó a ser exorcista y reafirmó con mucha tranquilidad que no fue una decisión personal, sino más bien algo que se le presentó. “Yo nunca me incliné a hacer exorcismo, es decir no elegí esa tarea, sino que en la vida de sacerdote se van presentando distintas tareas pastorales de distinta trascendencia, algunas sobre problemas religiosos, otras sobre problemas sociales”, afirmó hace algunos años.

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Su vocación por las cosas que no suceden en este mundo de lo terrenal se dio desde que era seminarista y por eso también sostiene que esto no es algo que eligió, sino que más bien lo eligieron.

Lo que sí queda claro es que no es una rama elegida por la mayoría de los seminaristas. Cómo docente del seminario en el que se formó, Mancuso aseguró que muchas veces los seminaristas quedan sorprendidos y aseguran que nunca realizaron un exorcismo. Lo que para Mancuso fue fundamental al momento de realizar esta práctica es “saber lo que hay que hacer” y no renegar porque así el diablo “llevaría la delantera porque el sacerdote tiene miedo y el Diablo se enteró, lo sabe”. 

“Entonces, a ese sacerdote yo le diría que no le conviene entablar una guerra personal con el Demonio”, sentenció.

 

Casos recordados

 Según el relato del propio Mancuso, así cómo no existe un único ser humano, tampoco existe un solo Demonio. Este actúa de distintas formas y se presenta de diferentes maneras. Ha realizado exorcismos de distintas maneras: en los antiguos rituales de exorcismo debía ungir con óleos a la persona, otras veces tenía que hacer determinada cantidad de cruces en el cuerpo del endemoniado y en otras casos directamente no ha tenido que tocarlos pero si conversar con el Demonio.

Sin embargo, el denominador común es que luego de cada práctica, ratificaba una misma idea: “Los sacerdotes están apoyados por cristo, y el demonio no tiene quien lo apoye porque todos los sacerdotes católicos lo menosprecian”.

A lo largo de su estadía en La Plata, recibió casos de personas endemoniadas creyentes y no creyentes. Su enfoque estaba puesto principalmente en los no católicos porque consideraba que se encuentran más expuestos. “Uno tiene que ir adaptándose, porque yo no puedo esperar que me vengan a ver aquellas personas que solamente están acordes a mis creencias”, dijo. No se consideraba un curandero ni realizador de milagros, sino como alguien que tenía una misión amparada por la fe y dictaminada por la Iglesia Católica. 

El Padre Mancuso contó que incluso el Papa Francisco (cuando era aún el cardenal Jorge Bergoglio) le envió muchos endemoniados para que él los exorcizara.

A pesar de recibir muchos pedidos, el Padre Mancuso desestimó muchos casos al constatar que no se trataba de personas endemoniadas. Tenía un gran equipo de trabajo conformado no sólo por otros sacerdotes, sino también psicólogos y psiquiatras, quienes lo ayudaban a descartar que la persona sufriera algún trastorno mental.

En la mayoría de los casos en primer lugar se presentaban los familiares del presunto endemoniado y escuchaba su relato con especial atención al entorno. 

También indagaba en las prácticas de la persona ya que en su experiencia había comprendido que la mayoría de las veces el Diablo no venía solo, sino que la persona había realizado algún tipo de práctica que lo había llamado.

La confirmación se daba siempre cuando se presentaba cómo sacerdote frente a la persona. “Cuando el Diablo ve al sacerdote tiene una gran reacción. De odio, de malas palabras, de insultos. Me acuerdo una vez de una chica, que estaba así y cuando yo me acerqué ella me miraba aterrorizada, La chica no me tenía miedo, el que tenía miedo era el que estaba ahí adentro. ¿Porque tiene miedo? Y bueno, porque el sacerdote tiene poder sobre eso, y más si me decís un sacerdote exorcista, nos odian”, dijo.

A pesar de realizar esta práctica poco común, contó que nunca quedó impactado con ningún caso. Y aunque sea lo más representado por el mundo del cine, en la mayoría de los exorcismos no cambia la voz del endemoniado, sino más bien la personalidad.

No solo ha realizado exorcismos a personas, sino también a casas particulares, objetos y sobre todo animales, a quienes nombraba como “el plato favorito del Diablo”.

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